Cleo:
Espero que te encuentres bien.
Antes que nada, por la presente declaro que renuncio voluntariamente a cualquier derecho a exigir remuneración a la académica Cleo por este artículo.
Ahora, imagina que esta es una lista que se queja de todos los contratiempos de un viejo como yo. Antes del viaje, no dejabas de preguntarme por qué acepté esta misión en el Luofu a mi edad. Por aquel entonces, yo... lo siento, no recuerdo qué te conté entonces. Pero sé que aún te debo una respuesta sincera.
Sé que la academia nos envió aquí para trabajar en un intercambio de información rentable, no para leer cómo en nuestros informes hablamos hasta el hartazgo sobre los bellos paisajes que observábamos en Xianzhou. Pero en cuanto al asunto clave de la longevidad, al igual que mis predecesores, mi único logro fue apreciar dichos paisajes.
Ya pasaron casi
Luego de todas esas actividades sin sentido, debería haberme hecho esta pregunta vital (tal como mi predecesor también debería habérsela hecho): "¿Cómo puedo, con mi osteoporosis, mi senilidad, mi piel caída como una bolsa vacía... volver a mi juventud y vivir algunos miles de años más, tal como lo hacen los nativos de Xianzhou?".
Pero nunca me lo pregunté, Cleo... nunca dije ni una palabra. Y es por eso que estoy aquí, bebiendo té y escribiéndote estas cartas nostálgicas.
Todos los seres inteligentes del universo ansían el secreto de la juventud eterna. Mientras nos agobiamos con el suplicio de la vida, pensamos profundamente y decimos: cuando llegue nuestra oportunidad, debemos aprovecharla y extender nuestra esperanza de vida.
Pero sin la ayuda de la tecnología, la mayoría de los homínidos inteligentes se marchitan y desaparecen en un lapso de cien años. Salvo por algunas razas: aquellas subespecies humanas conocidas como razas de larga vida.
Por capricho de un Eón (por lo general, Yaoshi), las vidas de algunos homínidos inteligentes superan ese umbral impuesto por la muerte. Adquieren una esperanza de vida extendida y se reproducen en cantidades desastrosas. Lo más preocupante es su agresividad natural al despojar varios planetas de sus recursos, causando el colapso de ecosistemas completos. Sin duda conoces bien a estas formas de vida: los Moradores de la Abundancia.
La Sociedad del Conocimiento ha dedicado cuantiosa literatura a investigar a estos Moradores de la Abundancia (hasta donde sé, muchos son totalmente inhumanos, pero claro está que la Abundancia no obedece a la razón). Todos los investigadores llegaron a la misma conclusión: los protocolos de extensión de vida de los Moradores de la Abundancia están intrínsecamente relacionados con su genética: canibalismo, transfusiones de sangre entre especies, una mentalidad colectiva, rejuvenecimiento por medio de la hibernación o de la muda de piel. A pesar de poder acceder fácilmente a la longevidad, la mayoría de los Moradores de la Abundancia se vuelven locos a medida que involucionan en bestias (incluso si un tigre dientes de sable hubiera tenido acceso a los viajes interestelares, hubiera causado menos pánico que los Moradores). Aunque la Sociedad del Conocimiento descubriera sus secretos, nadie debería sacar provecho de ellos: ¡los ricos nunca pagarán el precio de uno de esos tratamientos inhumanos de extensión de vida!
Al final, la Sociedad del Conocimiento se enfocó en estudiar una raza de larga vida más civilizada: la Alianza Xianzhou. Son enemigos mortales de los Moradores de la Abundancia, trenzados en un eterno combate. La Alianza parece ser racional; ¿es justo entonces invertir dinero en aprender de ellos el secreto de la vida longeva?
Humm, intercambio de recursos, mediación política, guerras comerciales... Agotaron todos los métodos posibles de perseguir exclusivamente intercambios académicos. La Sociedad aún no piensa en rendirse y sigue enviando un sinfín de condenados idiotas como nosotros a Xianzhou. ¿Intercambios académicos? Por favor, bien podríamos pintarnos la palabra "ESPÍA" en la frente. ¿En serio creen que la gente de Xianzhou no intuye lo que hacemos? ¿Creen que revelarán su secreto como si nada? ¿Es posible que los maestros que rigen nuestras escuelas de hecho sean todos unos idiotas?
Cleo, pido disculpas por tanta palabrería. Quizá yo sea el idiota. Sé que es una tarea imposible, pero aún sigo aquí. Porque ya no soy aquel hombre de mediana edad que solía enseñarte: ahora soy viejo, mis articulaciones rechinan y crujen como si fueran a partirse, y maldigo al universo cada vez que tengo que levantarme de mi silla. ¡Rayos! ¿Por qué? ¿Por qué, sin importar cuánto avance nuestra tecnología, aún no hay una cura para la artritis? En verdad me arrepiento de no haber aceptado el seguro cibermédico de la Corporación. Por aquel entonces, era muy arrogante y creía que nunca envejecería.
Pero estaba equivocado. Ahora espero que haya algún avance antes de morir.