Los Moradores de la Abundancia crean arte y poesía en el nombre de la divinidad a la que adoran y esparcen el amor y la bondad de Yaoshi por todo el universo. En su mundo bendecido, el agua nunca se seca y las criaturas son libres de las ataduras del tiempo. La vida florece como quiere. En el mundo bendecido por Yaoshi, la edad no significa nada y los seres vivos no temen a la vejez ni a la muerte, por lo que disfrutan al máximo de la vida.
Proceden de diferentes mundos, pero las historias que cuentan son siempre similares: hace miles de años, la guerra hacía estragos, la corta vida de los mortales engendraba codicia y miedo, y la codicia y el miedo aceleraban el saqueo y la tiranía. Los monstruos y las epidemias se aprovechaban de la situación y el destino del planeta y de sus habitantes estaba amenazado... Hasta que un dios benévolo descendió y sembró la semilla de una flor tan cálida como el primer rayo de sol. Cuando la semilla tocó la tierra, el mundo entero se transformó. El suelo agrietado comenzó a sanar, el agua sucia volvió a ser clara, la piel afligida por las heridas y la enfermedad no sintió más dolor, y los corazones llenos de dolor se liberaron de él. La gente tiró sus armas manchadas de sangre y comenzó a alabar las bendiciones de la Abundancia con lemas y cánticos improvisados.
Yaoshi terminó con el sufrimiento de esos mundos y obsequió a los mortales cuerpos y almas que soportaban la corrosión del tiempo. Como agradecimiento, los Moradores de la Abundancia difundieron sus alabanzas y dieron a conocer su nombre por todo el universo. Se empezó a rumorear que ciertos cazadores que deambulan por la galaxia consideran a Yaoshi como un demonio y a sus creaciones como algo malvado. Los fieles Moradores de la Abundancia no consentirán tales blasfemias. Los herejes deben pagar por sus pecados.