En el Jardín de los Recuerdos, donde se recopilan y almacenan los recuerdos del universo, se esconde un grupo de Guardamemorias radicales que tiene una opinión distinta a sus compañeros sobre las marcas de la existencia. En lugar de apreciar todo lo que ha sucedido, ellos creen que hay diferentes calidades y prioridades de recuerdos en el mundo, y que el espacio del lugar sagrado creado por Fuli no se puede malgastar conservando recuerdos sin valor.
Los Incineradores creen que son responsables del cometido sagrado de filtrar los recuerdos para el Eón, así que roban los recuerdos almacenados que reúnen los Guardamemorias y los ordenan según su importancia. Los que consideran valiosos se devuelven a la colección, y los que consideran inútiles se destruyen sin dejar rastro.
Los Incineradores afirman que solo están sacando la basura, con el objetivo de aliviar la carga de Fuli y contribuir a su gran proyecto de la gloriosa tierra de la reminiscencia. Pero el Jardín de los Recuerdos no cree que sus acciones sean razonables, ya que el recuerdo más insignificante del universo es tan importante como la hazaña más increíble. Ningún mortal tiene derecho a juzgar el valor de un recuerdo.