(El contenido de estas únicas tres páginas no es coherente, pero se aprecia que son fragmentos del diario de alguien).
Martes,
Mis compañeros y yo llevamos varios días dando vueltas por aquí abajo.
Cada noche, antes de dormirme, me pongo a pensar en lo difícil que es la vida de los vagabundos aquí. Antes siempre miraba con malos ojos a los vagabundos que había en la ciudad, ¡quién hubiera pensado que yo también acabaría así! Ay, nunca sabes lo que te depara el destino.
¡Ese condenado Fragmentum! Si no fuera por él, no habría tenido que abandonar mi hogar de esta forma.
Espero que esta noche encontremos un refugio para guarecernos del viento. ¡Qué frío hace fuera de la ciudad!
Miércoles,
Llegamos a la zona de minas de Villarroca. Al principio la capataz quería echarnos, pero finalmente dejó que nos quedáramos en los túneles cercanos a la mina.
En esos túneles ya había otras personas. Preguntamos y resultó ser otro grupo de vagabundos. Mal de muchos...
Ellos llaman "refugio" a este lugar, antes era donde se refugiaban los mineros cuando ocurría una catástrofe. Después dejaron de usar estos túneles y se convirtieron en los dominios de los vagabundos.
No me siento a gusto viviendo bajo el techo de otras personas, pero no tengo otra elección. Por lo menos puedo escapar del frío.
Viernes,
Ya es el segundo día que convivimos con esta gente. Tengo muchísima hambre, estoy sin fuerzas y no sirvo para ir a trabajar a la mina. Además, los mineros desprecian a los vagabundos, creen que los perjudicamos.
Yo por lo menos nunca he hecho nada malo, solo recogí basura para cambiarla por comida. ¿Por qué me tratan así?
Pero en el equipo minero también hay buenas personas. Uno llamado Steve, que lleva una camisa azul andrajosa, siempre habla conmigo. Me contó que ayer los mineros descubrieron algo grande y que algunos vagabundos matones fueron a molestarlos e intentaron quedarse con ese terreno.
Martes,
Me di cuenta de que vendiendo basura no se saca nada, así que ahora ayudo a los mineros con algunas tareas. Por suerte tengo experiencia y puedo ayudarles a reparar maquinaria, así que ahora me tratan como a uno más.
Ese Steve es un buen hombre, me ayuda mucho y comparte su comida conmigo.
Supongo que continuaré ayudando a los mineros para poder comer, es mejor que recoger basura.
Fui a ver esa nueva veta, sí que es grande. No me extraña que quisieran quedarse con ella.
Jueves, 2 de diciembre
Steve me preguntó si quería unirme a su equipo minero y dedicarme al mantenimiento de su maquinaria. Dije que sí, haría cualquier cosa con tal de que me den de comer. Le estoy muy agradecido a Steve. No es como los demás, se preocupa mucho por mí.
Cuando ahorre algo de dinero lo invitaré a ir a la ciudad a comer algo, y también llamaré a mis viejos compañeros de vagabundeo. Oí que en Villarroca hay un lugar llamado Gran Hotel Goethe cuya dueña cocina muy bien.
Dicen que a un minero le robaron hoy todo el dinero que tenía escondido. ¡Seguro que fueron esos matones! Por su culpa, ahora la actitud de los mineros hacia nosotros empeoró.
Domingo, 5 de diciembre
¡Rayos! Nada más despertarme, esos matones se enzarzaron en una pelea con los mineros. Lo mejor será que no salga del refugio.
Parece que incluso vinieron los de Llamarada para detener la pelea, pero ni siquiera ellos lograron nada. Al final llegaron unos robots y obligaron a ambas partes a separarse.
Espero que todos estén bien, aún no he invitado a Steve a comer. Cuando se calmen las cosas iré a buscarlo.
Viernes,
Llevo dos días buscando a Steve y no lo encuentro. Pregunté a los demás mineros y dijeron que no sabían dónde estaba.
¿A dónde habrá ido? ¿Qué ocurrió exactamente ese día? Esos robots decían que querían proteger a la gente, pero ¿habrá pasado algo?
Lunes,
Supongo que ese día Steve no acudió a trabajar y se fue a algún sitio.
Ay, qué fastidio... Ahora ya no tengo nada. Con lo que me costó hacer un amigo, y va y desaparece.
Lamentarse no sirve de nada, así que recogeré mis cosas y mañana me iré.
No sé si volveré a encontrarme con Steve.