[Serie Supernova] Un trabajo no apto para marionetas
Continuación: Cuando se comete un delito, el juez debe golpear con el martillo. En términos del resultado, ¿qué valor tiene un secreto si nadie lo sabe? Mientras siga siendo un secreto, no es importante en absoluto...
La chica abrió el pergamino que llevaba y observó, pensativa, los datos que se actualizaban en tiempo real en el mapa.
"Lo que buscamos de Coventry no es la receta. ¿Es eso lo que quiere decir?", preguntó suavemente la jueza raposiana.
"La receta es solo una fachada", dijo la chica, sin levantar la mirada.
"Entonces... en lo que a mí respecta, Coventry no es más que un Buscador de Elixires al que están utilizando. Alguien en la Terraza de Investigación de Elixires quiere sembrar el caos para confundir las noticias sobre su investigación y lo del robo es solo para desviar la atención", dijo la raposiana, enviando varias notas al pergamino que estaba en la mano de la chica. "Tengo al adivino que puede recuperar los datos".
"Bien hecho". La chica asintió con la cabeza y habló con un tono que aún era frío.
Cuando la jueza raposiana escuchó este elogio, intentó mantener una expresión seria, pero no pudo evitar el movimiento de sus orejas.
Unas tres horas después de confirmar que nadie lo seguía, Coventry abrió la puerta y gritó: "¡Regresé!".
Apenas abrió la puerta, sintió que había algo raro. La habitación estaba completamente a oscuras. El hacker loco de Xianzhou, Mishang, solía recibirlo tarareando una extraña cancioncilla, pero esta vez el silencio era absoluto.
"Algo no está bien", se dijo a sí mismo mientras sacaba su arma y se adentraba en la oscuridad.
Una blanca figura emergió lentamente tras el biombo que dividía en dos la habitación. Coventry apretó el gatillo de su ballesta de mano de forma instintiva.
Una delgada flecha azul de unos cinco centímetros de larga zumbó y se quedó flotando delante de la cara de la joven. La punta de la flecha chisporroteaba como si estuviera intentando atravesar una barrera invisible.
"¿Có-cómo me has encontrado?".
"Por la robogrulla", respondió la fría voz femenina, totalmente desprovista de emoción.
"¿El dron? ¡Lo liberé nada más aterrizar!", repuso el hombre.
"La Comisión de Administración del Territorio atrapó a la robogrulla con la que interferiste. Su ruta de vuelo bastó para que la Comisión de Adivinación calculara tu ubicación". La joven tocó con curiosidad la flecha que seguía agitándose en el aire, como si jugara con una mariposa.
Ese era el momento que Coventry estaba esperando, el milisegundo que le proporcionaba una oportunidad para escapar.
Dobló las rodillas y se impulsó con las plantas de los pies mientras un arco eléctrico violeta se vislumbraba en el medio de las palmas de sus manos. Coventry se movía por muchos mundos y siempre había evitado caer en las redes de la Corporación. Siempre estaba en la lista de buscados, no solamente por sus planes meticulosos, sino porque sabía qué tenía que hacer cuando lo encontraban.
Bajo su piel artificial se había implantado una red de pulsos eléctricos. Coventry casi nunca enseñaba este as en la manga a nadie. Ya fueran las especies de larga vida de Xianzhou o los ingenios de la Comisión de Artesanía, todos se convertían en cenizas cuando les asestaba un golpe a plena potencia.
"¡Campo electromagnético!".
"¡Te tengo!". El hombre notó a su enemiga en su palma. Si no hubiera sido porque necesitaba concentrarse para mantener la potencia, se habría echado a reír.
Volaron las chispas, brotó el humo y un desagradable olor a quemado inundó el ambiente.
Coventry temblaba como si tuviera un ataque epiléptico mientras intentaba controlarse. La oscura habitación se convirtió en una mancha llena de sombras en lo que era una derrota impensable.
"Qué movimientos tan lentos". La joven se materializó entre las sombras.
¿Mo-movimientos? Coventry se miró la muñeca, que estaba doblada en un ángulo muy poco natural. En algún momento del que no se había percatado, esa mano empezó a presionar con fuerza su mandíbula inferior.
"Usar electricidad sin estar aislado... Qué maniobra tan inútil".
La jueza vestida de blanco no mostraba ninguna expresión en su rostro.
"Darles la inmortalidad a los caídos y buscar la inmortalidad son dos de los diez pecados capitales imperdonables. ¿Admites tu culpabilidad?".
El hombre no podía dejar de temblar, en parte debido al shock eléctrico, pero sobre todo por el terror que sentía.
Haciendo un gran esfuerzo por recuperar la cordura, suplicó con voz áspera: "Se lo suplico, perdóneme. Ni siquiera he leído la receta. La dejaré aquí mismo y me largaré inmediatamente del Luofu. ¡Nunca más tendrá que volver a verme!".
Coventry, con nervios de acero, esperaba el veredicto de la jueza, pero en la oscuridad solo había silencio. Después de un largo rato, le pareció escuchar un ruido despreciativo en medio de la oscuridad.
Inmediatamente después, volvió a escuchar la misma fría voz que, en un tono sagrado, firme e innegable, dijo palabra por palabra:
"Veredicto de los Diez Líderes".
¡Maestra! Esperé su trabajo durante mucho tiempo. Lo leeré de cabo a rabo. ¡Gracias!
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Es un poquito exagerado, pero me encanta.
¡La reina de la ficción hardboiled de Xianzhou lanzó un nuevo libro! ¡Vamos a darle nuestro apoyo! ¡Las supuestas obras maestras de la ficción no tienen nada que ver con esto, así que no pierdan dinero y tiempo leyéndolas! ¡La maestra Fay es un regalo para todos los lectores afortunados de Xianzhou!
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Malvada difamación. ¿Cómo podría ser la maestra de ajedrez Fay? No podría nunca imitar la magnificencia de su palabra escrita.
Olvidaste cambiar de cuenta.
¡Jueza, arrésteme! Me entrego. ¡He pecado! El pecado de la obsesión... ¡contigo! Jueza, ¡quiero ser tu perro!
Ya es suficiente.