Al cazador de tesoros (parte I):
¡Ja! ¡Caíste!
En realidad, no hay ningún tesoro.
El único regalo son mis cuatro manuscritos que oculté en esta habitación. Supongo que los reconocerás, y hasta hay una pose de la señora Herta. ¿Te sorprende?
Si eres un principiante que se preocupa todo el día por impresionar a tu jefe, ¡relájate! No te mueras del susto ahora.
Si eres alguno de esos jovencitos a los que les gusta el entretenimiento, te aconsejo que te los lleves y, si piensas que tu vida es miserable, los leas para pasar un buen rato en tus tiempos de ocio en un rincón oscuro.