Era del Ámbar
Sonará extraño, ¿pero puedes imaginar a un investigador que ha pasado media vida en el espacio y que tenga miedo a la gravedad cero? Han pasado cinco horas y aún puedo sentir la soga de seguridad conectad a mi abdomen. Sé que está hecha de una especie inusual de fluoruro de litio que no puede dañarse ni con la cuchilla más afilada, pero no puedo evitar imaginarme sin ataduras, flotando a la deriva en el espacio. Después de todo, el universo es tan vasto que hay cabida para todos. ¿Qué sentido tiene quedarse en la Estación Espacial y sufrir humillaciones todo el tiempo? Con un poco de suerte, quizás me intercepte el Muro del Cometa Celestial mientras floto en medio de la oscuridad y pueda subirme a uno de esos carros mineros tintineantes de los pastores para viajar por las estrellas. Aunque también existe la posibilidad de que caiga entre las grietas de la galaxia hacia el gran abismo del Leviatán como un bicho que flota hacia la boca de una ballena.
¿Su interior será cálido, oscuro y húmedo? ¿O será como la noche estrellada reconfortante que describen los Anónimos? Si es lo segundo, al menos seré testigo de una vista espectacular antes de morir. Prefiero eso a quedarme aquí y ser tratado como una basura. En fin, da igual cuál sea mi lecho de muerte, a nadie le importa.
"Bip, bip... Confirmación de equilibrio completada".
La luz roja en la cámara de equilibrio parpadea. Su ruido me advierte que han completado la misión de inspección, y que el equilibrio de energía de los campos de fuerza está intacto. Mi idea de morir en las fauces del abismo insondable es solo una fantasía. Ahora tengo que fiarme de la estación de control y anotar los registros. Estoy seguro de que mi horrible caligrafía no será ningún problema. No debería desperdiciar la información de primera mano. Debería intentar completar el reporte de investigación de la red protectora antigravedad lo antes posible para compensar los malos resultados de la investigación anterior y recuperar los puntos de mi evaluación. O quizás debería buscar a Wen Tianweng en el taller de refacciones para pedirle una bebida que ayude a relajarme. Solo así podré sincerarme conmigo mismo y admitir lo poco que me gusta escribir reportes.
A través de la portilla, puedo ver las tenues luces azul violáceo de la red protectora antigravedad desplegada a lo largo del universo. Ha estado ahí durante ocho Eras del Ámbar. Solo una corporación podría implementar algo capaz de perdurar tanto tiempo. ¿Acaso fue concebido para alabar a la señora Herta? ¿O más bien se trata de una profecía de un peligro desconocido? ¿Tal vez ambas cosas? No importa, porque los monstruos llegarán pronto, los ataques a la Estación Espacial aumentarán cada día y las mutaciones que enviarán serán cada vez más temibles. Han estado contenidas en la cabina de investigación durante una era entera, viviendo como fantasmas a través de los rumores de la Estación Espacial. Pero ahora, estando en primera línea, es muy probable que tenga que enfrentarme a ellas.
No es exactamente una mala noticia. De hecho, incluso me siento entusiasmado. La información relativa a la Legión siempre ha estado exclusivamente en manos de los mejores investigadores. Sería mucho más interesante poder observar al enemigo inminente más de cerca, que inspeccionar, reparar e investigar el campo de fuerza, o hallar formas de mejorar las defensas. ¿Por qué un investigador como yo debería preocuparse por mejorar las defensas? No tiene sentido dejar la mayor de las defensas en manos del investigador con la peor evaluación de toda una era. Tengo la sospecha de que es una fachada con un mensaje detrás: cuando un investigador fracasa, tendrá que hacer trabajo físico para demostrar que aún tiene algo de valor.
No tengo ningún interés en este tema, pero tengo que hacer un informe decente, o de lo contrario tendré que seguir luchando por sobrevivir lo que queda de la era. Es una forma formidable de castigo en bucle.
De hecho, no entiendo por qué todo ha de tener una puntuación. Naturalmente, alguien dirá que solo un perdedor como yo cuestionaría la lógica de un sistema de evaluación. El mismo día de cada Era del Ámbar, todos los investigadores hacen fila para entrar al cuarto de evaluación para ser inspeccionados por la Estación Espacial en nombre de la Erudición. Como chanchos en el matadero, son etiquetados con puntuaciones de mejor a peor. Con el fin de obtener una mejor puntuación, las investigaciones menos usuales, menos conocidas o que toman más tiempo para entregar son descartadas por los investigadores, mientras que los temas de estudio son más llamativos y vistosos aumentan cada día. Mientras veía a los investigadores perseguir esas puntuaciones artificiales, me di cuenta de algo: no hemos sido bendecidos por la Erudición, sino explotados. Puede controlar con facilidad la mente de aquellos que se creen inteligentes. Concentra la inteligencia desenfrenada en un punto específico y elimina su posibilidad de pensar libremente.
No puedo evitar acordarme de la situación en mi planeta natal, el que está marcado como Xin
Descubrí que los eslinquianos no son los amos del universo después de llegar a la Estación Espacial. Por el contrario, en comparación con la existencia suprema del universo, no hay tanta diferencia entre ellos y los habitantes de Xin
Aunque he superado hasta cierto punto la falta de conocimiento respecto a estas situaciones opresivas, la cobardía con la que me he criado en esa pobre tierra en Xin
Sin embargo, está demostrado que incluso la vergüenza es superflua. En lugares que no sean la Estación Espacial, solo hay una ventaja en dividir a las personas en clases, y es tener una conveniente sensación de superioridad. Pero aquí es aún peor. Los investigadores ni siquiera necesitan algo como el sentimiento de superioridad. Todos sus esfuerzos son para obtener la atención y reconocimiento de la señora Herta. Pasan por al lado de un empleado con baja puntuación como yo como si fuera un fantasma inofensivo. Sí, siempre ha habido fantasmas inofensivos por aquí, deprimidos, merodeando en silencio. Es solo que cuando me di cuenta de que existían, ya me había convertido en uno de ellos.
No me atreví a contarles a mis parientes lejanos sobre mi situación actual. No quiero que sepan que el genio que todos admiraban en Xin