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9 de marzo
Cada vez me convenzo más de que el mundo no es justo.
De los cientos de tipos de armas disponibles en el arsenal de los Nimbocaballeros, elegí la lanza, el arma más difícil de dominar. Seguramente mi esfuerzo en el entrenamiento es igual al de los demás... Pero no puedo derrotar a Youshan, ese diminuto vidyadhara que solo me llega al pecho. Él solo ha vivido algo más de sesenta años, mientras que yo llevo siglos practicando con la lanza, e incluso he modificado mi cuerpo de acuerdo con la Doctrina marcial de los Nimbocaballeros.
Mi instructor dijo muchas veces que "la espada requiere agilidad y velocidad, mientras que la lanza exige solidez y fuerza". Las espadas voladoras hechas de energía vital requieren la destreza de unos reflejos rápidos. Las lanzas, en cambio, requieren potencia y control. Mitigar el explosivo retroceso que se produce cuando la punta de la lanza penetra en el cuerpo del enemigo exige también un intenso entrenamiento físico por parte de quien la empuña.
Entiendo que los nativos de Xianzhou nunca podrán enfrentarse a los raposianos en cuanto a reflejos, pero nunca preví perder contra un vidyadhara en lo que a fuerza se refiere.
No perdí contra Youshan por falta de habilidad o entrenamiento, fue puramente debido a las diferencias entre nuestras estructuras musculares. Los vidyadhara renacen en el Antiguo Mar del Desfiladero de Escamas bajo una intensa presión de agua y siempre son capaces de nadar en esas condiciones, lo que hace que su fuerza no se pueda comparar con la nuestra, la de los nativos de Xianzhou, que solo hemos vivido en tierra.
Nunca podré superar las enormes diferencias entre nuestros genes, aunque me entrene durante cientos de años. Este es mi triste destino, el destino de nunca convertirme en el más fuerte.
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2 de abril
Un amigo alquimista de la Comisión de Alquimia me recomendó una medicina llamada Ráfaga dracónica. Dijo que tomar esta medicina puede darme el poder de los dragones.
Como si se diera cuenta de que el nombre del medicamento me había disgustado, me dijo sonriendo que me lo daría gratis si adivinaba qué ingredientes llevaba. Entrecerró los ojos, hizo muecas e intentó que adivinara cosas extravagantes.
¿Cómo voy a saber lo que traman esos alquimistas? No compré su medicina.
"Ráfaga dracónica"... Odio ese nombre. Los vidyadhara adoran a Long, el dragón, y se consideran descendientes de un Eón... ¡Bah! No puedo evitar pensar en Youshan en cuanto oigo la palabra "dragón".
Ha sido ascendido a capitán. Nuestro instructor dijo que recomendará a Youshan para ocupar su propio puesto como instructor. Youshan debe de sentirse muy bien ahora. Siempre finge cortesía cuando me ve y se dirige a mí como si yo tuviera más experiencia, pero sé que intenta ocultar su expresión sarcástica. Es tan odioso.
Apenas podía contener las ganas de hundir la punta de mi lanza en su cuerpo cuando nos enfrentábamos. Pero no pude hacerlo. No pude vencer a Youshan.
Desafié a Youshan tres veces durante el entrenamiento y perdí todas las veces. No fue una sorpresa. Me senté solo, durante mucho tiempo, bajo la plataforma de combate.
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¡Lo logré! ¡Lo he conseguido!
¡Derroté a Youshan!
Ráfaga dracónica es una medicina milagrosa. Lo admito, cuando me pusieron la inyección y entró en mis venas, sentí que iba a estallar en pedazos por el vendaval que asoló mis entrañas... Pero ese malestar fue solo temporal. Después, de repente, sentí que la lanza que tenía en la mano era tan ligera como una aguja. La hice girar unas cuantas veces, y mis compañeros ni siquiera pudieron resistir un solo ataque mío.
¡Me hice tan rápido y tan fuerte! ¡Ja, ja, ja! ¡Ni Youshan era rival para mí!
Ahora sus movimientos son tan lentos como los de una hormiga a mis ojos. Me basta con estirar la mano y aplastarlo para convertirlo lentamente en carne picada con la punta de mi lanza. Qué pena que nuestro instructor detuviera nuestro combate. Hizo que un médico militar me hiciera un chequeo, pero no descubrieron nada.
¡Hum! Los veteranos siempre se aferran a las reglas. Según mi amigo, puedo desafiar a más gente si sigo usando esta medicina.
He oído que en la Sede de la Premonición Divina hay un criado con gran aptitud para la espada. Con el tiempo, ¡puede que ni siquiera él sea capaz de enfrentarse a mí!
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Me convertí en discípulo, compañero de mis hermanos y hermanas, gracias a mi referente.
Ya estoy iluminado a nivel espiritual.
Hojeé los registros de la Doctrina marcial de los Nimbocaballeros y vi lo que solo los trascendidos podían hacer: "hurgar en las plumas de un pájaro lejano", "dividir montañas enteras", "revertir el yin y el yang" y "perseguir el flujo de luz"... No son mitos. En la antigüedad, los nativos de Xianzhou eran capaces de alcanzar tal nivel.
Sin embargo, estoy lejos de estar iluminado a nivel físico.
Para llegar a tales extremos, tengo que ingerir la medicina secreta y seguir entrenando más duro.
No se trata de la mente ni de misterios, todo va sobre la fuerza del cuerpo. Esa es la iluminación que recibí del camino de la inmortalidad de los Discípulos de Sanctus Medicus.
Solo la misericordiosa Sanctus Medicus puede ayudarme a alcanzar o incluso superar ese límite.
He llegado a conocer a muchos hermanos y hermanas de todos los ámbitos de Xianzhou, y algunos son incluso foráneos. Nos reunimos con objetivos divergentes: algunos vinieron a salvar vidas, otros a vengarse de sus enemigos, otros admiran el carisma de la maestra como líder y otros son simplemente apasionados seguidores de Sanctus Medicus... u oponentes obsesionados del Demonio Arquero. Y luego hay gente como yo que busca la iluminación.
Nos apoyamos mutuamente para fabricar los medicamentos, escondernos de las autoridades y rendir culto a Sanctus Medicus.
Tengo que admitir que es muy doloroso ingerir este medicamento. Solo tragar los asquerosos fluidos ya es comparable a tragar agujas. Me arde todo el cuerpo, como si me estuvieran hirviendo los órganos internos. Y una vez que consigo contener las fuertes ganas de vomitar, llega la cruda agonía de mis músculos al separarse de mi esqueleto. Por último, mis huesos chocan entre sí como peñascos, como si fueran a hacerse añicos en el segundo siguiente. Cada una de sus colisiones envía una sacudida directa a mi cerebro, pero no puedo simplemente desmayarme para evadirme del dolor.
Sin embargo, tras unas horas de agonía, el aumento de mis capacidades corporales es muy evidente.
Si interpreto este dolor como la condensación de cientos y miles de años de entrenamiento en unas pocas horas, entonces ya no me parece tan insoportable.
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La fuerza se hizo más fuerte. Yo me hice más fuerte.
Youshan no puede derrotarme. Mi maestro no puede derrotarme. Ahora lo entiendo.
Las artes marciales. Tratan de lo afiladas que están tus garras. Lo fuerte que es tu cuerpo.
La victoria es ser el superviviente. Solo eso es virtud marcial.
Virtud marcial. Es la misericordia de Sanctus Medicus.
Sanctus Medicus, Sanctus Medicus, misericordia de Sanctus Medicus.
La misericordia de Sanctus Medicus, el nuevo brote del Árbol de la Ambrosía. Los discípulos alcanzarán la inmortalidad juntos.
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(Estas líneas se repiten durante todas las páginas restantes).