Cyrille:
Me vi envuelto en algunas complicaciones y no puedo estar contigo. Te ruego que me perdones, y espero que recuerdes siempre que la distancia que nos separa no hará tambalearse mi lealtad ni un ápice. Sean cuales sean las dificultades a las que te enfrentes, siempre podrás recurrir a mí.
Sé que debes estar nerviosa en este momento, Cyrille, pero espero que puedas recordar lo que te advertí antes: no te dejes intimidar por las amenazas ruidosas y vacías. Mientras te mantengas firme y sigas mis consejos en todo momento, cualquier empujón o queja no es más que un ruido de fondo temporal, algo que se desvanecerá a medida que nos acerquemos al final del plan y que, en última instancia, se convertirá en un cuadro pintado por nosotros.
A veces sigo pensando en cuando te conocí, hace más de diez años. Entonces eras una niña tímida, demasiado tímida para hablar y sin confianza en ti misma. Pero encontré algo especial en ti: un temperamento único que ni siquiera una genio como Cyrilla tiene. Y es precisamente por este talento único tuyo por lo que decidí quedarme contigo, y ayudarte a construir el hermoso futuro que te mereces.
En cuanto a tu hermana, Cyrilla, desgraciadamente no pude encontrar ninguna pista sobre su paradero. Entiendo lo importante que es para ti, así que no escatimaré esfuerzos en mi operación de búsqueda. Aunque no haya habido el menor avance en más de diez años, no quiero perder la esperanza, y espero que tú tampoco la pierdas.
Por último, me gustaría ofrecerte mi más sincero consejo una vez más: no te fíes de esos oportunistas que te dicen al oído que lo negro es blanco y viceversa. Seguro que utilizarán mi ausencia para intentar acercarse a ti y controlar tu mente. Tienes que construir una barrera sólida y resistir sus estratagemas. Recuerda, Cyrille: solo tienes que confiar en mí. Yo nunca te mentiría.