Tengo celos del engranaje que perdió el atardecer.
Los días que giran nunca tuvieron futuro.
Tres escudos por una botella.
Las almas a la venta.
Suficiente para un bocado.
Ámbar, ámbar y otro ámbar para enriquecerse.
Las estrellas de mi ciudad natal nunca llegan a tiempo.
El viento, el viento, el viento aúlla como un halcón.
La luz de la noche se va rodando
y se lleva el muelle de piedra, sin ningún lugar al que ir en Villarremache.
Un corazón húmedo con grilletes.
¿Cómo puede medirse en kilogramos?
Otra estatua de piedra está al comienzo del túnel de la mina.
La maquinaria esculpe el patrón de sus pantalones.
Los transeúntes que pasan dicen:
Qué tontería.