Comprender la alegría que supone estar vivo es un derecho exclusivo de los seres inteligentes. Ni las piedras ni las estrellas son capaces de percibir el humor de la vida.
La búsqueda de un adversario formidable, la necesidad de jugar para pasar el tiempo, el deseo de un final en el que el resultado no importe.
La búsqueda de la risa con la que se derraman lágrimas, el ansia de una equivocación desafortunada y el deseo de una canción que dé vida a tu cuerpo.